¿Es posible subir el Monte Fuji? ¿Es fácil? ¿Merece la pena? ¿Podemos ir por nuestra cuenta? La respuesta a todas estas preguntas es un rotundo sí. Sí. Subir a uno de los mayores iconos paisajísticos del planeta es una experiencia inigualable.
SUBID. De verdad. SUBID el MONTE FUJI. Y si estáis en Japón y no es temporada, acercaos lo más posible.
Ir a Japón y no subir el Fuji es posible, pero os vais a perder una de las experiencias más alucinantes que podéis tener en el País del Sol Naciente.
Lo primero que hay que tener en cuenta es que los japoneses sienten un amor increíble por el Fujisan (Monte Fuji). El mimo con el que lo tratan es algo que no deja indiferente a nadie. Y ya sólo esto es algo que merece la pena ver. Lo apreciaréis desde el primer momento en que os acercáis por allí. Bien, vamos con la información:
Antes de nada, decir que el volcán más famoso del mundo está a tiro de piedra de Tokio y a tiro de fusil de Kioto, así que sea cual sea vuestra ciudad de referencia no tenéis excusa para no dedicar, al menos, un par de días para pasarlos por aquí.
1.- ¿Qué debo preparar para subir?
En primer lugar, en la oficina de turismo, en Tokio, podéis haceros con este folletito:
Este folleto va a ser de gran utilidad a la hora de orientarnos en cualquiera de las rutas que elijamos. Si lo abrimos, nos encontramos con un detallado mapa con las rutas de ascenso, los refugios, los puntos de información…
Bien. Además de este mapa, tenemos que preparar los siguientes elementos:
–Linterna, mejor si es frontal.
–Ropa cómoda, de deporte a ser posible. Como calzado, son recomendables las botas aunque no obligatorias. Quiero decir, que con unas buenas deportivas también se puede subir, ya que el terreno no es excesivamente complicado.
-Dentro de esta ropa, debemos incluir un forro polar o algo que nos abrigue, y un chubasquero / cortavientos. No está de más llevar un cuello o similar, que podamos emplear como gorro también. Confío en que todo esto lo tenéis en la mochila, ya que al prepararla habéis seguido las recomendaciones de este post. En cualquier caso, es importante saber que la temperatura entre el día y la noche varía dramáticamente. Y sopla mucho viento.
–Comida para un par de días. En las diferentes estaciones se puede ir comprando, pero su precio es elevado. Una bolsa de plástico para ir guardando los envoltorios puede ser útil.
–Agua.
–Crema solar.
–Dinero en efectivo para pagar el avituallamiento y, en su caso, la pernocta en alguno de los refugios.
2.- ¿Cómo hago para ir?
Pues bien, una vez con el mapa en mano, hay que decidir cuál de las CUATRO rutas vamos a hacer, y tener claro el modo de llegar a la QUINTA ESTACIÓN de dicha ruta.
Ojo al dato: La Temporada en que es posible ascender el Monte Fuji es muy limitada, en concreto es desde el 1 de julio hasta el 10 de septiembre para Yoshida Trail y desde el 10 de julio hasta el 10 de septiembre para las demás (dato de 2017). Fuera de esta temporada, el ascenso está prohibido, acorde con las autoridades oficiales. Desconozco cuál es el alcance de esta prohibición, si es sólo disuasoria o si la cosa va en serio. En cualquier caso, en invierno puede ser muy peligroso aventurarse. Si nuestro viaje transcurre fuera de estas fechas, tendremos que conformarnos con verlo desde abajo.
FAQs: ¿Qué es la quinta estación? Pues bien, podemos decir que la quinta estación es el «campamento base» para la ruta que hayamos elegido de entre las cuatro. Hasta aquí podemos llegar en transporte público. Será el punto de partida desde el que debemos ir caminando.
¿Qué son «estaciones»? En el Monte Fuji, se llama ESTACIONES a los puntos de la ruta donde podemos encontrar refugios, economatos, WC y/o, como en el resto de Japón, máquinas expendedoras. Y hay WiFi. Siempre. Si, esto es Japón.
LAS CUATRO RUTAS QUE EXISTEN SON LAS SIGUIENTES (Cada una con su color, como las líneas de metro de algunas ciudades, lo cual facilita las cosas):
1.- YOSHIDA TRAIL
2.- FUJINOMIYA TRAIL
3.- SUBASHIRI TRAIL
4.- GOTEMBA TRAIL
1.- Yoshida Trail.- Esta es la ruta, conocida también como Fuji-Subaru Line, que se encuentra más concurrida. El ascenso es fácil y hay multitud de servicios en toda la ruta. Para acceder a ella, hay dos opciones desde Tokyo.
a) Se puede ir en tren a Kawaguchiko, y desde aquí un autobús (el número 6) a la quinta estación de esta ruta, o Fuji-Subaru Line fifth station. Parece fácil, pero no es la mejor opción. Para llegar a Kawaguchiko hay que tomar dos trenes, el JR Chuo Line desde Shinjuku hasta Otsuki y desde aquí la línea Fujikyu, un tren privado (No cubierto por tanto por el JR pass), hasta Kawaguchiko.
Una gran ventaja es el hecho de que en Kawaguchiko podemos disfrutar de un maravilloso entorno, y pasear a la orilla del lago entre los cerezos. Esta es la estampa clásica del Monte Fuji. Es un lugar interesante para dar un paseo y observar el famoso volcán desde lejos y en todo su esplendor. En la zona hay multitud de servicios turísticos, incluyendo un parque de atracciones y, como no, tradicionales onsen.
b) La otra opción es tomar un autobús que nos lleva directamente desde la estación de autobuses de Shinjuku (Tokio) hasta la quinta estación. Se trata del Express Highway Bus, y cuesta 2.700 yenes sólo ida. Es una opción más cara, pero más sencilla y directa. Aviso: El bus directo no opera hasta mediados de julio. La alternativa que ofrece la propia empresa es ir vía Kawaguchiko. Para más información, podéis visitar su página web.
En esta ruta hay multitud de refugios y otros servicios, incluyendo dos puestos de primeros auxilios, por lo que la recomiendan desde los organismos oficiales japoneses para gente inexperta en montaña. En la quinta estación venden incluso botellas de oxígeno. El principal inconveniente es el excesivo número de personas con el que nos vamos a encontrar, lo que incluso nos obliga literalmente a hacer cola para alcanzar el cráter. Las rutas de ascenso y descenso están diferenciadas, lo que hace que no se congestione demasiado. Comparte un tramo con el Subashiri Trail, pero el punto de bifurcación está bien indicado. Hay que tener en cuenta que en la ruta de descenso hay muchos menos servicios que en la de ascenso.
El tiempo que toma realizar esta ruta es de 6 horas para el ascenso y 3 para el descenso.
2.- Fujinomiya Trail.- Se puede ir desde Tokio u Osaka en el JR Tokaido Shinkansen hasta la estación de Shin-Fuji, desde donde tomaremos un autobús que nos llevará a la quinta estación. Este autobús no está cubierto por el JR Pass, y su precio es de 2.380 yenes (ida) o 3.100 (ida y vuelta). Tarda aproximadamente 2 horas y media. También se puede ir en el JR Minobi (tren local) hasta las estaciones de Fuji o Fujinomiya. En estas estaciones de tren también para el autobús antes mencionado.
En julio y agosto, existe otro shuttle bus desde la estación de Mishima, que también forma parte de la línea JR Tokaido Shinkansen. Su precio es similar al anterior, y la duración del viaje es de dos horas. .
La peculiaridad de esta ruta es que su quinta estación se encuentra a 2.400 metros sobre el nivel del mar. Esto hace que la ruta sea la más corta de las cuatro. El tiempo estimado de ascenso es de unas cuatro horas y media.
Sus principales inconvenientes son que no se puede ver el amanecer desde ningún punto de la ruta en caso de no llegar al cráter, y el hecho de que la ruta de ascenso y de descenso discurren por el mismo sendero en todo momento, lo que puede provocar congestiones en momentos de gran afluencia.
Entre sus ventajas, encontramos la posibilidad de ascender a otro cráter que se formó en la última erupción del Monte Fuji, cuyo punto más alto roza los 2.700 metros sobre el nivel del mar. Se llega desde la quinta estación o desde la sexta, por lo que se puede plantear como una ruta circular añadida a la principal.
3.- Subashiri Trail.- Para llegar hasta aquí, hay que llegar desde la gran estación de ferrocarril de Tokio hasta Gotemba. Una gran ventaja es que, a diferencia de lo que sucedía con las dos rutas anteriores, todo el trayecto está cubierto por el JR Pass, lo que nos permite ahorrar si contamos con este billete. Hay que tomar la JR Tokaido Line y bajar en Kozu. Aquí, tomaremos la Gotemba Line y llegaremos a Gotemba. Desde el exterior de la estación de Gotemba tomaremos el bus que nos llevará a la quinta estación de Subashiri, el cual ya no está cubierto por nuestro pase. A pesar de ello, si elegimos esta ruta será en la que más ahorremos en el transporte hasta su quinta estación.
Lo que me hizo decantarme por esta ruta es que se encuentra muchísimo menos concurrida que las anteriores, y que durante los primeros mil metros de desnivel el sendero atraviesa un bosque. Este detalle en verano se agradece. Además del bonito contraste verde sobre negro, contamos con un buen tramo de sombras.
La ruta cuenta con varios refugios, en los que se puede comprar bebida y alimentos. Atraviesa en ocasiones zonas con más inclinación, lo que hace que las vistas sean increíbles, incluso en días nublados. Teniendo en cuenta el enorme desnivel que hay hacia la bahía de Tokio, La mezcla entre el paisaje tan inmenso y las nubes da la sensación de estar volando.
El sendero de bajada en su mayor parte no coincide con el de subida. Es más, atraviesa una zona arenosa de bastante inclinación que podemos bajar casi «volando», lo que aporta un toque divertido al descenso. Eso sí, luego hay que sacudirse bien las botas porque nos llevaremos con nosotros una buena cantidad de arena.
La distancia a recorrer es mayor que en las anteriores rutas, lo que unido a la menor cantidad de refugios y a la inclinación en algunos puntos, hace que los organismos oficiales nipones la recomienden a gente con experiencia en montaña. A ver, no es para tanto, yo creo. A pesar de esas diferencias, la ruta es sencilla y bajo mi punto de vista es asequible para todos los públicos. Cada cual a su ritmo. Es más, es muy recomendable por el hecho de que, hasta la antigua octava estación, que es donde se junta con el Yoshida Trail, podemos tener la suerte de ir prácticamente solos.
El tiempo estimado de ascenso es de alrededor de 6 horas y media, mientras que el de descenso lo es de 3 horas.
4.- Gotemba Trail. Para llegar a la quinta estación del Gotemba Trail, simplemente tenemos que llegar hasta Gotemba tal y como está descrito para la anterior ruta y, en lugar de tomar el bus indicado anteriormente, tomaremos el bus a la Gotemba Trail Fifth Station.
Esta estación se encuentra a 1.400 metros de altitud, lo que la convierte en la más baja de las cuatro. Esto implica que la ruta sea más larga. Además, el terreno es más complicado; atraviesa zonas de gravilla por las que el ascenso se hace más arduo y fatigoso. Esto hace que sea la ruta menos concurrida de las cuatro, y la que cuenta con menos servicios. De hecho, solamente hay refugios a partir de la séptima estación. Para los que se decidan por esta ruta, se advierte que deben asegurarse de llevar suficiente agua y comida para el ascenso, y que calculen bien los tiempos.
Se recomienda, desde los organismos oficiales, para personas que ya han subido anteriormente el Monte Fuji y quieren aventurarse un poco más.
El tiempo estimado de ascenso es de 7 horas y media, y el de descenso de 3 horas y media.
Todas estas rutas nos conducen al cráter, pero hay que saber que alrededor de éste discurre otra ruta señalizada, el Ohachi – Meguri trail, con aproximadamente 4 km de longitud. Se tarda unos 90 minutos en completar, y aseguraremos así disfrutar de una buena vista en todas las direcciones, tanto hacia el cráter como hacia fuera. Pasaremos por el pico más alto de los 8 que rodean el cráter, con una altitud de 3.776 metros sobre el nivel del mar. Es el pico más alto de todo Japón.
A Saber:
-En el cráter hay varios refugios, zona de mesas, baños y, cómo no… ¡máquinas expendedoras! Y wifi.
-Esto es Japón. Cundo llegué arriba, había alguno «cazando» pokemons justo antes del amanecer. ¡Cada loco con su tema!
–El Fuji-San es el volcán que nunca duerme. No me refiero a su actividad, que cesó en el año 1707, sino a que por allí hay gente las 24 horas. Pero, a diferencia del turismo inconsciente y abusivo de ciudades como Kyoto, es un turismo muy responsable. La gente que va, sabe que va a pegarse una buena paliza, y en gran medida lo hace por motivos ancestrales. Es fundamentalmente turismo de interior y, en gran medida, en forma de grupos con guias muy comprometidos con el entorno y con la trascendencia de tan emblematico lugar. Hay tambien pequeños grupos de senderistas aficionados y, como no, otros viajeros de fuera de Japon, pero somos los menos.
3.- MI EXPERIENCIA: SUBASHIRI TRAIL. El ascenso.
Llegar hasta la quinta estación de Gotemba desde Tokio se hace largo. Puede ser recomendable pasar una noche en Gotemba y tomarse esto con más calma. Para la próxima vez, lo haré así. No está excesivamente lejos, lo que ocurre es que salir de Tokio es casi como salir del laberinto de «el corredor del laberinto», al menos para venir hasta aquí. En metro, se llega a Shinjuku Station, y de aquí ya se coge el tren, cubierto por JRP. Primero, a Kozu, de Kozu a Gotemba. Es en este sentido la forma más económica de llegar al Monte Fuji.
La estación de Shinjuku es un locurón. Es una estación enorme abarrotada de commuters, todos vestidos con camisa blanca y pantalón negro que suben y bajan las escaleras y entran en los trenes de cercanías o salen de ellos. Parece como estar en una película futurista. Yo tenía claro que tenía que meterme en algún tren hacia Kozu, lo que no fue sencillo de encontrar. Tomaos esto con calma, no queda otra.
Cuando por fin vi, entre los trenes que salian y entraban cada tres minutos en mitad de todo ese maremagnum, un letrero en el que ponía «Kozu», empujé mi mochila y a mi mismo hacia dentro. Es uno de esos trenes en los que debes estirar tu cuerpo para caber, y sujetar la mochila por arriba, algo así como si fueras C3PO y sujetaras de la cabeza a R2D2. (Quizás esta imagen fue producto de la falta de aire y del hambre que me estaba entrando). Durante media hora en ese tren no hacía más que ver edificios. La cosa cambió en el trayecto desde Kozu a Gotemba, donde gradualmente ya se veían cada vez más árboles y paisajes más verdes.
Y por fin… ¡Gotemba! Aquí ya comencé a ver el cariño y admiración que sienten en Japón hacia el Fujisan. El monte no se veía, debido a que estaba nublado, algo por lo visto bastante habitual.
Mientras espero a mi autobús a la quinta estación, hago tiempo en una «lounge» de acceso gratuito que está justo enfrente de la estación de tren. En este lugar es posible prepararse la comida, dormir e incluso enviar una postal a alguien. Todo ello gratis. Repito: Gratis. Tomad nota de esto, mochileros.
Me meto en el autobús. No sé dónde acabaré, pero me llevo todo lo necesario para vivaquear. El resto de cosas las dejo en las taquillas de la estación de Gotemba. Son espaciosas y muy útiles para mochilerxs. vienen muy bien para soltar algo de peso y llevar lo necesario para un par de días. Se pagan por franjas de 24 horas. No os preocupéis si os pasáis de tiempo, se paga lo que falte al recoger las cosas, pero ahí van a estar seguras.
Tras casi una hora de autobús, llego a la quinta estación. Esto ya es otra cosa. ¡Aquí huele a monte!
Hay tiendas de souvenirs, pequeños bares-restaurante y puestos de información.
Al comienzo de la ruta, existe un puesto donde te informan de las condiciones atmosfericas, y desde donde es posible reservar alojamiento y cena en alguna de las estaciones superiores. Es un poco caro (5.800 yenes en la 8th station sólo alojamiento), pero puede merecer la pena. Me informan de que lo que suele hacer la gente es dormir desde las 21:00 horas o antes hasta las 2:00, para seguir ascendiendo antes del amanecer.
Como mi intención era llegar al cráter y vivaquear (o vivaquear de camino, o darme la vuelta… o cualquier otra opción…), no reservé nada. Mas tarde os contare por qué me arrepentí. Spoiler: tiene que ver con los tres tifones del pacifico que acechaban Japón esos días.
Me informan con una amabilidad no vista nunca antes de que se prevé que puede hacer viento y llover (nada de tormenta). Me preguntan si llevo conmigo una linterna y agua.
Con todo, son casi las 14:00, hora en que comienzo el ascenso. Se notan los aproximadamente 2.000 metros de altitud, ya que el aire es más fresco.

Empieza aquí una experiencia única. Estar encima de aquella mole de basalto, tan descomunal, con el objetivo de coronarla de una forma totalmente improvisada, con mi funda de vivac y un tifón al acecho… sin saber cómo ni dónde acabará el día… es de esos viajes dentro del viaje que sin duda le dan sentido a éste y a todo el año en curso.
Lo que sucede con esta clase de lugares es que son icónicos. El Monte Fuji lo hemos visto en infinidad de ocasiones a lo largo de nuestra vida. ¿Quién no luchó contra Honda en el Street Fighter? Pues eso. Es uno de esos lugares que, queramos o no, forman parte de nuestro conocimiento del mundo y de la vida.
El caso es que había buenos nubarrones, pero no me eché para atrás. A través del bosque, alcancé la VI estación, prácticamente solo. Me senté a comer algo, muy reconfortante en un lugar así. A esta estación le siguió la «VI original», La VII… A medida que se alcanzan estaciones, uno se siente motivado y con fuerzas. Por suerte para mi, en todas venden agua y alimentos.
Digo «por suerte para mi» porque, dado que estaba improvisando, había llevado poca comida conmigo. Por cierto, que entre la «VI original» y la VII hay mucho desnivel e inclinación.
De hecho, hay que apoyar las manos en algún punto. Adelanté a un grupo de excursionistas, uno de los cuales, al más puro estilo marcial, me saludó con un motivante «fight!». La camaradería de la que me habían hablado era cierta, la gente sonríe, se respira un aire de apertura y de buen rollo muy diferente al que hay en el cercano Tokio.
Cuando se quitaban las nubes, podía verse la aún lejana cumbre y el paisaje a mis pies. Verdaderamente se aprecia el desnivel, en una sensación cercana a estar volando. Es una mole de basalto increíble.
La altitud se nota en los latidos en mis sienes.
Paso la VII estación sin parar. Cuando llego a la VII-B está oscureciendo. Aquí, sí. Tengo que descansar, pero no tanto como para quedarme a dormir como la gente con la que coincido, que ya se quedan aquí. Bebo, como, preparo la frontal y sigo subiendo. El viento sopla con fuerza, pero las nubes no me alcanzan todavía. Puedo tocar las estrellas.
Al rato, la única luz es la de mi frontal. Las nubes siguen pasando deprisa a través de mí. Si sigo, llegaré a la cumbre y vivaquearé. Pero ya hace mucho frío y empieza a llover. No pasa nada, cierro mi chubasquero y a seguir.
Veo las luces de la VIII estación, justo cuando las nubes deciden darme más caña y empiezan a soltar rayos. La de información de antes se había columpiado. Por aquí si que ya no paso. Llueve más fuerte. No se puede vivaquear, ya que el terreno es muy escarpado y pedregoso. Los rayos caen cerca. Llueve más y sopla más fuerte. OK, lo del tifón iba en serio, lo estaba comprobando… Llego a la VIII estación, empapado, y sí, decido pagar los 5.800 yenes y resguardarme. Se duerme en literas bastante abarrotadas, pero sirven para guardarse de las inclemencias y estirar las piernas. El uso del WC se debe pagar a parte.
Hay tanta gente porque en la VIII estación la ruta se junta con la ruta «Yoshida», muy concurrida por grupos organizados de excursionistas japoneses.
A las 2:00 de la mañana se pone en pie todo el mundo. Estamos a 3.400 metros, por lo que me parece un poco pronto. En cuanto salgo del refugio lo entiendo todo: Una hilera de frontales procedentes de Yoshida Trail rompen la oscuridad reinante. Es impresionante. Se ven también las luces de los pueblos, muy abajo. Parece, por cierto, que la tormenta ha pasado.
Mucha gente sube directamente en las horas nocturnas sin pernoctar. Me incorporo a esta hilera, pero el ritmo de ascenso es muy lento. Muchas de estas personas no suelen salir al monte; ascienden el Fuji-San por motivos culturales, religiosos y espirituales.
Adelanto a todo el mundo y claro, cuando llego al cráter aún falta mucho para que amanezca. Hace mucho frío. Me meto detrás de una roca y a esperar. No sin antes sacar un café caliente de una máquina expendedora. Sí. Y qué bien me sabe. Hay un verdadero «pueblo» aquí arriba, entre refugios y demás. Vuelven las nubes.
He de decir que, cuando amaneció, me sorprendió más la vista hacia el cráter que hacia la bahía de Tokio, oculta bajo un inmenso mar de nubes.
Una vez que amaneció, arreció la tormenta (el tifón) de anoche. Era impresionante ver, justo por encima del crater, nubes apiñadas soltándose rayos a sí mismas en una mezcla de tonos azulados y grises.
Los japoneses pretendían hacer fotos al fenómeno, pero yo pensé que lo mejor sería poner tierra -volcánica- de por medio. No me gustan las tormentas. Nada. Quienes me conocen lo saben bien.
La cosa no tenía pinta de parar, así que tomé el camino de bajada de una forma decidida. El camino de bajada indicado para la Subashiri Trail se hace bastante rápido, ya que acorta por una zona de arena con una cierta pendiente por la que se baja muy ligero. Eso sí, es largo. Con la mirada puesta en el cielo, como si así pudiera esquivar los rayos, y al mismo tiempo en el suelo, sobre el que «planeaba» correteando y dando saltos ladera abajo, encadenaba estaciones con intención de llegar lo antes posible abajo y no empaparme demasiado.
Tuve suerte, ya que al llegar a la V estación el volumen de agua que caía del cielo se multiplicó por cinco. Una vez allí, disfruté de un buen desayuno, tomé el autobús, volví a Gotemba y, bajo un gran aguacero, tomé el tren local a Ito.
Ito: playas y onsen muy cerca del Monte Fuji.
Ito es un pueblo costero enormemente recomendable donde se puede disfrutar de un merecido descanso. Yo me quedé un par de días.
Si decidis incluir Ito, podéis disfrutar de la esencia del tradicional onsen dentro de un hostel – ryokhan. Todo en uno. Esta combinación algo poco frecuente, y es que el hostel se construyó aprovechando las instalaciones tradicionales ya existentes. El dueño es un hombre que nos mostrará con orgullo su propiedad, en la que nos sentiremos como en casa. El tema es que el onsen estaba antes que el hostel, y por ello sigue funcionando como tal. En él se baña la gente de la zona, como en cualquier otro. La ventaja, mochilerxs, es que en el precio de nuestra pernocta está incluida la experiencia. Lo mejor: el horario. Está abierto para bañarnos las 24 horas del día. Las aguas del onsen curarán nuestras agujetas. Podéis reservar vuestra estancia aqui.
5 respuestas a «Esencial en Japón: El Monte Fuji. Todo lo que hay que saber.»
Buenas tardes Gonzalo,
me ha resultado de mucha ayuda tu post porqué nos está costando encontrar información acerca de la ruta que tu escogiste. Crees que sería posible subir por la Subashiri y bajar por la Yoshida, rodeando una parte del cráter?
Es que para enlazar la siguiente parte del viaje nos va mejor salir de Kawaguchiko que de gotemba.
Muchas gracias!
Buenos días! Muchas gracias, me alegro de que os haya gustado!
Sí, es perfectamente posible subir por una ruta y bajar por otra, así además podréis disfrutar de diferentes perspectivas y paisajes.
Un abrazo,
Gonzalo
Muchas gracias por todas tus recoentdaciones. Espero subir hasta la cima en unas 3 semanas y me ha servido de mucho para ir preparado.
Sólo un apunte, en Fuji San, el san en este caso no se refiere a señor, sino a montaña.
Arigatoo!!!!
Hola Javier! Gracias a ti por tu comentario. Disfruta mucho en tu ruta por el Fuji, es un lugar verdaderamente increíble. Y gracias también por el dato sobre el nombre, lo corregiré 🙂 Un abrazo!!
[…] Hablando de volcanes, subir al Fuji es una experiencia única, que hay que vivir al menos cinco o seis veces en la vida. Explico todos los detalles en esta entrada. […]