Yogyakarta es una ciudad imprescindible en cualquier viaje a lo largo de la isla de Java. De hecho, suele estar en el itinerario de mochileros y mochileras de todo el mundo. Pero ojo, tal vez sólo has oído hablar de grandes templos, pero no de la fascinante vida local con la que puedes mezclarte en sus calles y plazas. Sigue leyendo y descubre qué ver en Yogyakarta.
Voy a estructurar este post de una forma inusual, y es desde fuera hacia dentro. Desde lo más conocido a lo menos. De lo más turístico a lo más local. De lo más bullicioso a lo más tranquilo. Vamos allá:
2.- Conjunto de templos de Prambanan
5.- Palacio de Taman Sari y Mezquita Subterránea de Sumur Gumuling.
Alojarse en Yogyakarta: Mejor en un HOMESTAY
1.-Templo de Borobudur (Candi Borobudur)
Situado a unos 40 km de Yogyakarta, este complejo constituye el monumento budista más grande del mundo.
Es en realidad una estupa gigantesca en la que podemos encontrar más de 500 estatuas de Buda -algunas escondidas en pequeñas estupas y otras al descubierto- y casi 3.000 bajorrelieves. En estos últimos se representan numerosas escenas tradicionales, mitos, historias y enseñanzas sobre el Karma.
Las famosas «campanas» que la gente quiere fotografiar son en realidad esas pequeñas estupas (72 en total) donde se esconden estatuas de Buda.
Podemos asomarnos a través de sus agujeros para verlos, o buscar las dos en las que falta parte de la estupa y ver la estatua tal cual.
Algunas de estas estupas tienen los agujeros en forma de rombo. Son las de los niveles inferiores. El rombo representa la inestabilidad del espíritu. Si ascendemos, encontramos otras con agujeros cuadrados, que representan un nivel de estabilidad superior, hasta finalmente encontrar una gran estupa sólida, que representa el espíritu estable que alcanza el Nirvana. Dice la tradición que, quien supera esos niveles y llega hasta aquí, lo alcanza.
Declarado en 1991 Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, sigue siendo un importante lugar de peregrinación y culto religioso, a pesar del incesante flujo de turistas que lo visitan a diario.
PARA LLEGAR desde Yogyakarta, es muy recomendable tomar uno de los miles coches que conforman la flota de Grab (click para info). De este modo, podemos ir y venir cuando nos de la gana sin depender de horarios.
Es recomendable ir al amanecer o a media tarde para aprovechar y ver el atardecer. Dado que amanece prontísimo, nosotros descartamos rápidamente la primera opción, con lo que disfrutamos de un colorido atardecer.
2.- Conjunto de templos de Prambanan.
Este complejo hindú de más de 200 templos está dedicado a la Trimurti, triple divinidad hindú compuesta por Brahma, Visnú Y Shiva. Fue construido en el siglo IX y, al igual que Borobudur, fue declarado en 1991 Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Además de estos tres dioses, encontramos en el interior de los templos grandes estatuas de otras deidades del hinduismo, como Durga, Kali O Ganesh. Cada uno de ellos ocupa un templo, de modo que hay que subir y entrar a cada uno individualmente para verlos.
Más que el interior de los templos, sorprende el exterior. Las estructuras que permanecen en pie contrastan con el entorno, salpicado de ruinas de los templos que fueron destruidos por terremotos o por acción (o inacción) humana.
Cada templo, separado del resto para poder ser admirado individualmente, destaca por apuntar hacia el cielo: se trata de construcciones altas, acabadas en punta, y siempre con empinadas escaleras para acceder a su (no muy amplio) interior.
En los templos más grandes, se puede pasear por galerías aterrazadas en las que hay interesantes bajorrelieves y muy cuidados elementos arquitectónicos.
En el entorno hay pequeñas atracciones para todos los públicos, como tirolinas, tiro con arco y, por supuesto, photocalls. Si no hubiera photocalls no estaríamos en Indonesia. Puede ser una buena idea venir aquí con tiempo, especialmente si viajamos con niños/as. También se alquilan bicicletas para explorar el entorno.
SE ENCUENTRA a 18 km de Yogyakarta, mucho más cerca que el sitio anterior. Una vez más, la mejor forma de llegar es tomando un Grab.
3.- Zona (turística) de Prawirotaman
La calle Prawirotaman es el núcleo del ambiente cultural e internacional de Yogyakarta. Muchos mochileros deciden hospedarse aquí, ya que los precios, pese a ser una zona turística, son equivalentes a los de cualquier otra zona. Hay numerosos restaurantes, locales culturales, cafeterías y tiendas vanguardistas. Todos los locales buscan crecer con una identidad propia, generalmente muy creativa y enmarcada dentro de lo sostenible y de un espíritu generador de conciencia, espíritu crítico y respeto por el planeta y las personas.
Es una buena zona para cenar y reponer fuerzas tras un intenso día de caminata o de viaje. La foto es del Milas Vegetarian Restaurant:
A pesar de la carga turística (que de todos modos no es agresiva), los establecimientos siguen una línea alternativa y vanguardista que a nosotros personalmente nos encantó.
Recomendamos encarecidamente probar el gado-gado del Milas Vegetarian Restaurant, las hamburguesas veganas del ViaVia Café and Resto o el café con hielo del Arcadia. Literalmente es café sobre hielo, cuyo sabor es superlativo.
No se encuentra fácilmente un café tan tremendamente bueno por estos lares. Os lo dice un cafetero empedernido.
En esta zona hay también casas de cambio y lavanderías.
4.- Calle Malioboro (y su entorno)
La Calle Malioboro es una gran avenida de más de un kilómetro de longitud que termina en una de las estaciones de tren de Yogyakarta.
En esta gran avenida, se puede disfrutar de un agradable paseo por el bazar a pie de calle, comer en los puestos callejeros o en los restaurantes locales y disfrutar de la agradable y dinámica vida de la ciudad.
Encontramos unos curiosos llaveros…
La comida de los puestos es muy recomendable:
En esta calle se concentran familias, parejas o grupos de amigos y amigas que vienen a disfrutar de la tarde, pasear, tomar helado o cenar. Es de las pocas calles con aceras transitables.
ATENCIÓN: Cuidado con los batik:
Los batik son unas estampaciones muy coloridas hechas a mano a base de puntos hechas con cera caliente. Es una técnica tradicional cuyos resultados finales son verdaderamente asombrosos, y es Indonesia uno de los lugares del mundo más famosos en lo que respecta a su producción de batiks.
Pero cuidado. Es frecuente que en el entorno de Malioboro de repente aparezca alguien y nos invite a ver una «exposición gratuita de batik que precisamente cierra hoy», «hechos por estudiantes de arte», etc. Bueno, pues es todo mentira. Lo que hacen es llevarnos a una pequeña sala de exposiciones en la que, tras enseñarnos las herramientas con las que se trabaja y explicarnos el proceso, van a intentar vaciar nuestros bolsillos con técnicas de presión más bien propias de la mafia que de artistas. Y son buenos presionando, tienen tablas. Con nosotros no coló, ya que también somos buenos partiendo tablas (no partimos nada literalmente, por suerte no hizo falta). No les hagáis caso. Lo mejor, es decirles que ya habéis ido a ver la supuesta exposición. Y a otra cosa.
Si realmente queréis un batik, entrad en alguna tienda, preferiblemente si tiene los precios puestos. O eso, o a regatear. En todo el país regatear es algo muy cotidiano.
5.- Palacio de Taman Sari y Mezquita Subterránea de Sumur Gumuling.
El Taman Sari Water Palace y su entorno es realmente un lugar evocador. Lejos del tumulto que podemos encontrar en Borobudur o Prambanan, este antiguo complejo real es un lugar muy tranquilo frecuentado sobre todo por turistas indonesios/as.
Fue construido en el siglo XVIII para la familia real, encabezada por el sultán. El complejo constaba de zonas de baño, zonas de meditación y relajación, talleres y áreas defensivas. En la zona de baño central era donde se bañaban las concubinas, mientras esperaban a que el sultán eligiera una. De hecho, esta zona es la que actualmente se encuentra bien preservada.
Los diferentes accesos están formados por puertas que bien merecen una sesión fotográfica.
El resto de la zona del complejo sirve de base para el asentamiento de Kampung Taman, dentro del cual encontramos otros puntos de interés, como la Mezquita Subterránea.
La mezquita subterránea de Sumur Gumuling fue lugar de culto durante los años de uso del palacio. Merece la pena bajar y disfrutar de la sencillez y serenidad de sus galerías, que desembocan en un gran atrio central abierto a la luz del cielo.
El entramado de escaleras de esta parte central nos recordaba a la película «Dentro del Laberinto», aunque no tiene nada que ver. Cuatro escaleras conducen a una parte central, desde donde se pronunciarían discursos religiosos, y una quinta escalera conduce a un piso superior. Se dice que esta escalera simboliza el camino hacia el cielo.
6.- Alun Alun Kidul
Aquí sí. Aquí sí que estamos bien. Esta enorme plaza cuadrangular ofrece una de las estampas tradicionales y locales más interesantes de la ciudad. Se trata de una gran zona sin asfaltar en cuya parte central hay dos grandes árboles sagrados.
En toda la explanada se colocan puestos de comida callejera, helados o café. En torno a algunos de estos puestos incluso se despliegan alfombras con pequeñas mesas para que la gente pueda descalzarse y sentarse tranquilamente.
Si la ciudad tuviera un corazón, estaría aquí.
El flujo de turistas es mucho menor que en cualquiera de los otros lugares. De hecho, nuestra presencia incluso sorprende; hay quien se acerca a preguntarnos que a ver qué tal estamos y a hacerse una foto con nosotros. Esto siempre es buena señal.
Esta gran plaza, antiguamente empleada para entrenamiento militar, comienza su actividad por la tarde, cuando familias con niños y niñas acuden a volar cometas o a correr y jugar.
A medida que cae el sol, comienza a llegar más gente: grupos de amigos, parejas familias… Por la noche, es cuando más gente hay.
En esta plaza hay dos cosas imprescindibles que debemos experimentar.
1.- Tratar de pasar entre los dos árboles sagrados con los ojos vendados.
Dice la tradición que, quien lo consigue, es porque tiene el corazón puro. Yo debo tenerlo fatal, ya que me desvié del camino casi 90 grados. Thamara sin embargo pasó perfectamente.
Si no tenéis con qué taparos los ojos, no os preocupéis. Un señor alquila las vendas por 5.000 rupias (unos 30 céntimos de euro).
2.- Alquilar un «odong odong».
Estos peculiares coches a pedales son un entretenimiento muy extendido en muchos lugares de Indonesia. Fabricados con elementos de coches viejos, fibra de vidrio, miles de luces y adornos, llevan un lector de DVDs para poner música bien alta.
Y sí, uno se mezcla entre el tráfico de la plaza, que no es poco. Menos mal que aquí predomina el «take it easy» y la gente no se agobia.
Es muy divertido alquilar un coche de estos y mezclarse con las familias indonesias que vienen a disfrutar de este sencillo entretenimiento.
Moverse por Yogyakarta: GRAB.
Quédate con esta palabra porque le vas a sacar partido en varias ciudades del país como Yogyakarta, Yakarta o Surabaya. Grab es un servicio de transporte privado de pasajeros, similar a Uber. Es muy sencillo: uno sólo debe descargarse la app y registrarse. Tras ello, podemos pedir un coche o una moto. La moto es más barata, pero tiene sus limitaciones obvias. En la app fijamos el origen y el destino de nuestro viaje, y en pocos minutos aparecerá nuestro conductor.
Hay muchos conductores de GRAB por todas partes, por lo que es muy sencillo, rápido, seguro y eficaz. El precio lo fija el sistema, así que no habrá lugar a duda o confusión.
Durante el viaje, visualizaremos en la app el itinerario y el tiempo que queda para llegar a destino.
Nosotros en Yogyakarta lo usamos para movernos por la ciudad, así como para desplazarnos a Prambanan y a Borobudur. En estos lugares, existen «GRAB POINTS», que es, como su nombre indica, el punto de referencia a la hora de solicitar el servicio. Se reconocen desde lejos por su color verde y por el logotipo de la firma.
Alojarse en Yogyakarta: mejor en un homestay.
La oferta de alojamientos en esta ciudad es muy amplia. Desde completos hoteles hasta establecimientos muy básicos. De entre toda la variedad, nuestra recomendación es alojarse en un homestay. Este tipo de alojamientos nos acercarán más a la cultura local, a la vida a pie de calle, a los sonidos del mercado…
Es el caso del Ndalem Phatuk. Desde el momento que llegamos, la amabilidad de los propietarios nos cautivó. Nos trataron casi como si fueran nuestros padres. Y es que, a diferencia del trato impersonal de un hotel, en alojamientos de este tipo el trato es extremadamente cercano. De hecho, la hospitalidad y el cariño con el que nos han tratado en lugares como este, son valores culturales de los que por aquí tenemos mucho que aprender.
Como plus, decir que este homestay está situado en un barrio residencial tradicional, justo donde comienza un mercado local de alimentación. A nosotros es que nos encantan los barrios así para vivir. Al salir de casa y caminar unos metros estábamos inmersos aquí:
Precio de este alojamiento: 7 euros por noche (habitación doble con baño).
Así que ya sabéis. Reservad vuestra estancia en Ndalem Phatuk haciendo click aquí o en la imagen, tomada desde la puerta de nuestra habitación:
Si preferís valorar otras opciones, aquí os dejo un mapa interactivo de Yogyakarta con los diferentes establecimientos, centrado en las zonas de Alun Alun Kidul y Prawirotaman Street:
***Abracines***
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6 respuestas a «Qué ver en Yogyakarta: de los grandes templos a los lugares más tradicionales.»
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Hola!! Me encanta vuestro blog y estamos mirándolo con todo detalle para planificar nuestro viaje a Indonesia. Cuántos días deberíamos dedicar a Yogyakarta sí hacemos las actividades que nos enseñáis en este post?? Gracias
Hola Carlos, muchas gracias por tu comentario. 😊 La zona de Yogyakarta es maravillosa. Yo le dedicaría un mínimo de 5 -6 días. Saludos!!!