De todos los lugares que hay en Perú, probablemente el más famoso es Machu Picchu. Desde cualquier parte del mundo hemos visto fotos del perfil de la ladera en la que esta ciudad fue erigida. En cualquier colección de fotos de cualquier agencia de viajes que vemos al pasar por la calle, siempre está ahí, como un punto de referencia, un icono de los viajes por el mundo en general y de América del Sur en particular. Pero entonces… ¿se llena de turistas y se pierde el encanto? ¿Se puede ir de mochileo y disfrutarlo? Descubre cómo llegar a Machu Picchu y las respuestas a todas las preguntas que rondan tu mente.
¿Qué es Machu Picchu?
¿Cómo se llega a Machu Picchu?
¿Cómo adquiero las entradas?
¿Qué puedo ver por allí?
¿Cómo subo a Huayna Picchu?
Mi experiencia personal
Machu Picchu
Machu Picchu es una importante ciudad incaica construida a mediados del siglo XV entre las montañas de Machu Picchu y Huayna Picchu. Tuvo una población que oscilaba entre los 300 y los 1000 habitantes, y estaba unida a otros complejos urbanos por una red de caminos.
Se sitúa en la Quebrada de Picchu, lugar que se atravesaba en el tránsito entre Ollantaytambo y Vilcabamba. De hecho, cuando se abrió un acceso más fácil y seguro entre estas dos ciudades, en el siglo XVI, la ciudad perdió parte de su importancia. El declive definitivo llegó en los años 30 del siglo XVI, tras la guerra civil incaica y la irrupción española en Cuzco.
No obstante, nunca fue olvidada del todo. En uno de los momentos de su «redescubrimiento», en 1911, se encontró a dos familias de campesinos viviendo allí y que aún aprovechaban parte de la infraestructura incaica.
El mito de la «ciudad perdida», o de la «ciudad secreta» se ha derrumbado al recopilarse datos y documentos históricos.
Lo cierto es que a día de hoy, el buen estado de conservación y restauración de las ruinas hacen de este enclave un lugar muy llamativo y peculiar. En mitad de una montaña con clima tropical, frecuentemente salpicado de nubes, estas edificaciones grises, erigidas con enormes rocas cuidadosamente esculpidas para que encajen unas con otras y colocadas con una precisión increíble, no dejan de sorprender al viajero y de inspirar a los amantes del misterio. Los grandes bloques de múltiples ángulos colocados unos contra otros sin dejar espacios vacíos, para dar forma a lo que fueron viviendas y edificios de culto, es algo que sin duda no deja indiferente a nadie.
¿Cómo se llega?
Para llegar a Machu Picchu por nuestra cuenta hay fundamentalmente tres opciones: la del tren, la de la vía del tren y la del Camino del Inca u otra ruta ancestral. Las dos primeras opciones nos sirven para llegar al municipio de Aguas Calientes, al que no se puede acceder por carretera. Los vehículos rodados pueden llegar como máximo por un camino bastante inestable hasta una central hidroeléctrica, a 10 kilómetros de Aguas Calientes . La tercera opción nos lleva directamente a Machu Picchu, eso sí, en el coche de Fernando. (No, tú no, el de «un ratito a pie y otro caminando»).
Veamos las tres opciones con detalle:
1.- Llegar a Aguas Calientes en tren.
Existen trenes de pasajeros que llegan desde Cuzco hasta Aguas Calientes. Tardan unas tres horas, y son trenes de muy buena calidad. El problema es que para viajeros de fuera de Perú sus precios son desorbitados. Oscilan entre los 75 y los casi 500 dólares (66 – 437 euros) que cuestan los trenes de lujo. Sí. Demasiado caro. Se aprovechan de que no existe otra manera motorizada de acceder a este municipio, y por supuesto de que estamos hablando de uno de los lugares más populares del planeta.
Se puede tomar el tren también en Ollantaytambo, a mitad de camino. Desde aquí, nos ahorraremos unos dólares, aunque el precio sigue siendo caro.
El tren es una buena opción si se dispone de poco tiempo o si el clima en el momento de nuestro viaje es demasiado lluvioso.
Esta es la web de Perú Raíl, una de las compañías que transitan estas vías.
2.- Llegar a Machu Picchu a través del Camino del Inca o de alguna otra ruta ancestral.
Desde Cuzco, o desde otros puntos de acceso, se puede llegar caminando hasta Machu Picchu por el Camino del Inca, que atraviesa otros asentamientos y lugares sagrados. Era la manera en que se accedía a esta ciudad en la época en la que estaba habitada.
Para recorrer este sendero, que puede tomar entre 2 y 5 días dependiendo del punto de acceso, hay que gestionarlo a través de alguna de las empresas que ofrecen servicio de guía, ya que está prohibido aventurarse en este camino por cuenta propia.
Existen otras rutas o trekkings para llegar hasta Machu Picchu, menos populares que el Camino del Inca y que pueden suponer una gran alternativa. De todo lo que hay en Internet, yo confiaría en denomades.com, que gestionan el servicio de guía para los diferentes trekkings. Aquí explican diversas alternativas.
3.- Llegar a Aguas Calientes caminando por libre.
Sí, se puede (y no es complicado). Esta opción, mucho más económica que la del tren, te permite una total libertad de movimientos e improvisación. Los pasos a seguir son los siguientes:
-Desde Cuzco se debe tomar un autobús hasta Santa Teresa, si lo hay, y si no hasta Santa María, que está antes y la frecuencia es mayor. Es recomendable ir muy pronto por la mañana, ya que el trayecto en bus dura más de 5 horas.
-Una vez en alguna de estas localidades, se debe tomar un taxi colectivo hasta la central eléctrica. Si hemos llegado a Santa María, es más fácil si vamos hasta Santa Teresa en primer lugar y de aquí ya vamos hasta la central hidroeléctrica.
-Desde aquí, deberemos caminar los 10 km que separan la central hidroeléctrica y Aguas Calientes. Se debe seguir el curso del caudaloso río Urubamba y de la vía del tren. Se tarda prácticamente tres horas en completar el recorrido. Este recorrido, a pie de valle y envuelto en la selva, merece tanto la pena que se nos olvida el esfuerzo que nos han supuesto los dos pasos anteriores.
Esta opción es la que seguimos la mayoría de mochileros que venimos a Aguas Calientes y nos negamos a pagar el precio abusivo del tren. El inconveniente es que se tarda mucho más tiempo y que hay que «buscarse la vida» en Santa María o Santa Teresa para continuar viaje.
Cuando llegamos a Aguas Calientes, normalmente habrá gente ofreciendonos precios de alojamientos. Todos los precios son negociables. Otra opción es reservar un hostel antes de ir. Personalmente, recomiendo el Denny’s House II. Es un hostal muy cuidado y céntrico, en el que ofrecen amablemente muy buena información para conocer a fondo este municipio. Su relación calidad – precio es insuperable. Puedes reservar tu estancia directamente en este enlace .
No os podéis perder las aguas termales, que dan nombre a este municipio. A diferencia de otras zonas termales, las de Aguas Calientes están acumuladas en verdaderas piscinas, donde se puede disfrutar de un buen baño con vistas a las copas de los árboles…
DESDE AQUÍ, es muy recomendable madrugar mucho y subir caminando hasta Machu Picchu. Es un camino muy vistoso que transcurre entre la vegetación tropical de este lugar. Las vistas según nos acercamos a Machu Picchu son excepcionales. Alternativamente hay autobuses también. Lógicamente, esto dependerá del horario en el que tengamos reservada nuestra entrada.
Cómo comprar entradas para Machu Picchu, Huayna Picchu y Montaña Machu Picchu.
He de decir que hace no mucho tiempo era más fácil adquirir entradas y pasar el día entero en este increíble lugar. Desde 2017, sin embargo, se ha limitado el número de personas que pueden acceder cada día al complejo, y además existen diferentes turnos (de 6 a 12 y de 12 a 17:30). Una vez dentro, sólo se podrá permanecer 4 horas, a no ser que combinemos la entrada con la subida a Huayna Picchu o a la montaña de Machu Picchu. Por ejemplo: si adquirimos una entrada que nos permita acceder a Huayna Picchu a las 11 de la mañana, y hemos entrado al parque a las 6, podremos salir entre las 14:00 y las 15:00, ya que el tiempo que se permite para subir esta montaña es de entre 3 y 4 horas. Así podremos alargar nuestra estancia.
Según la nueva normativa, está prohibido recorrer la ciudadela sin un guía autorizado, aunque parece ser que, extraoficialmente, siguen permitiendo la entrada y recorrido del mismo modo que hasta ahora. No obstante, debéis saber este dato por si las cosas se ponen más estrictas. Para la subida a las montañas gozaremos sin embargo de más libertad; sólo es obligatorio entrar y salir a las horas estipuladas.
Hay tres tipos de entradas:
-Machu Picchu 152 soles – 39,82 euros.
-Machu Picchu + montaña Machu Picchu – 200 soles – 52, 39 euros.
-Machu Picchu + montaña Huayna Picchu – 200 soles – 52,39 euros.
Para adquirirlas online, lo que se debe hacer con gran antelación, podemos entrar en múltiples páginas web, aunque recomiendo personalmente la página oficial del Ministerio de Cultura.
LA GRAN DESVENTAJA que supone este sistema es que no se puede improvisar. En un viaje mochilero por Sudamérica, es muy difícil calcular con precisión qué día exacto vamos a llegar a Machu Picchu. Por tanto, deberemos tener amplitud de fechas y dedicar unos días a recorrer la zona.
¿Qué ver en Machu Picchu?
Machu Picchu no son sólo unas ruinas. Como toda ciudad, en esta ciudad inca podemos ver diferentes puntos de interés, y, al entenderlos mejor, podremos «viajar» en el tiempo, e imaginarnos cómo vivía la gente en aquel lugar.
El mapa lo he construido a partir de una imagen satelital de Google Maps. Todas las fotos ilustrativas han sido tomadas por mí.
1.- Zona agrícola vs zona urbana: Llama la atención nada más llegar la división más clara de la ciudadela. Por un lado, la zona aterrazada empleada para la agricultura (por la cual accedemos al complejo) y, por otro, la zona urbana. En la foto, la zona agrícola vista desde la urbana:
2.- Puerta de la ciudad: La puerta a través de la cual se accedía a la ciudad. En ella se aprecian unos orificios que son probablemente el resultado de un antiguo sistema que permitía su cierre.
La zona urbana, a la que acabamos de acceder, está dividida a su vez en una zona sagrada y otra residencial, separadas por la gran plaza principal. Al atravesar la puerta de entrada, accedemos a la conocida como zona sagrada. La calle a la que se accede ofrece una excelente perspectiva del Huayna Picchu.
En esta zona, encontramos:
3.- El templo del Sol: Fácilmente reconocible por su muro semicircular, consta de dos pisos: un templo semi subterráneo y el torreón, que era utilizado con propósitos religiosos. Tiene dos ventanas, orientadas de tal manera que entraba el sol en el Solsticio de Verano (22 de diciembre) por una y en el Solsticio de Invierno (22 de junio) por otra. La roca central, por su parte, servía para hacer el seguimiento del sol el resto del tiempo.
4.- El Palacio del Inca: Conjunto que se cree que pudo servir de residencia real o, en términos generales, de personas de elevado rango social o de máxima autoridad, debido a la existencia de labradas hornacinas y de otros elementos, como la existencia de una única entrada bien protegida (en la foto), el buen acabado de los bloques con los que estaba construido y la proximidad al conjunto ceremonial.
5.- Plaza sagrada: Conjunto de construcciones hechas alrededor de un patio cuadrado. Se aprecian diversos muros poligonales construidos con enormes bloques perfectamente ensamblados.
En los laterales de esta plaza encontramos:
6.- Templo de las tres ventanas: Consta de tres muros poligonales, también construídos con enormes piezas pulidas y ensambladas con gran maestría. Las tres ventanas y las dos hornacinas que se aprecian, tenían propósitos religiosos; se decía que por estas ventanas fue por las que salieron los hermanos Ayar, que fundaron el Imperio Inca.
7.- Templo Principal: Edificación espiritual de gran importancia; en la base de sus muros diversos bloques de gran tonelaje soportan el peso de toda la estructura. Tanto es así que ha resistido diversos terremotos, como los que han causado el desplazamiento de alguno de sus bloques superiores sin llegar a derribarlos.
Se considera que sirvió de lugar de adoración al dios principal de los incas y crador del universo, el dios Wiracocha.
8.- Plaza central: Entre ambas zonas de la ciudad, la gran plaza que las separa nos permite observar con claridad unos y otros conjuntos arquitectónicos.
En la zona residencial, encontramos:
9.- Templo del Cóndor. En el suelo se representa la cabeza de un cóndor, muy cerca de la cual se pueden encontrar las alas. El cóndor es un símbolo de espiritualidad y poder.
10.- Templo de los Espejos. En el suelo de este templo hay unas pequeñas estructuras circulares. Si se llenan de agua, se puede ver reflejado el Dios Sol, hacia quien se enfocaban diversos ritos.
11.- Roca Sagrada.- Monolito de grandes dimensiones, que se cree que tuvo una importante función ceremonial. Su silueta es muy similar a la de las montañas que tiene de fondo, lo que hace pensar que se talló como si fuera una maqueta, sobre la que realizar diferentes rituales sagrados relacionados con el cosmos.
Cerca de este punto se encuentra el punto de control para el acceso al Huayna Picchu.
Subida a Huayna Picchu
Una vez en el punto de control a la hora que hayamos indicado, iniciaremos la subida, que aproximadamente dura una hora. Se salvan 300 metros de desnivel desde la ciudadela hasta la cumbre, que está a 2.700 metros sobre el nivel del mar. Personalmente, recomiendo no perderse esta icónica subida, ya que es una hermosa experiencia que completará nuestro paseo por este lugar. Hay que prestar atención en el terreno en algunos puntos, ya que el terreno es escarpado y podemos resbalar, especialmente en época de lluvias. Pero en realidad es una subida sencilla que no requiere de equipación ni de conocimientos en montaña, como mucha gente puede creer.
En realidad, el camino de subida está formado en su mayor parte por escalones, ya que se trataba también de un camino inca. En algunos puntos, estos escalones están esculpidos en la roca, pero no os preocupéis, ya que hay pasamanos y cables de acero para agarrarse. Casi llegando a la cima, hay algunas construcciones, entre las que se encuentra la «silla del Inca», una piedra labrada a modo de trono.
La panorámica desde la cumbre es majestuosa. Por un lado, la ciudadela y la montaña de Machu Picchu, y, por el otro, el gran valle esculpido por el río Urubamba por el que hemos subido hasta aquí. De hecho, desde este punto se escucha el rugir de sus aguas. Aquí quedó capturado junto con mi amigo Fran ya cuando emprendíamos el regreso:
Enclavado en la otra cara del Huayna Picchu podemos encontrar el Templo de la Luna, complejo de construcciones subterráneas forradas con cantería fina. Se desconoce su propósito -aunque se cree que pudo tener fines funerarios- pero se evidencia que su construcción demandó un gran esfuerzo. Para llegar hasta aquí, se debe tomar el camino de la izquierda que parte del punto de control. Se tarda una hora y media desde la ciudadela. Al parecer, hay un camino que parte de aquí y conecta con el río Urubamba, aunque personalmente lo desconozco.
Huayna Picchu en quechua significa «Montaña Joven», en contraposición con la montaña de Machu Picchu (Montaña Vieja), que es bastante más alta (3.200 msnm). En la foto (muy típica, no te olvides de hacerla), se aprecia Huayna Picchu desde enfrente, quedando Machu Picchu a las espaldas.
Mi experiencia personal
Lo que a mí me llevó a este enclave fue la improvisación total dentro de un viaje de casi cinco meses en el que estaba recorriendo América del Sur. Uno de mis objetivos era llegar hasta aquí, pero no tenía claro cuándo ni cómo llegaría. Por suerte, en aquel momento no había que tener nada reservado con demasiada antelación. En Cuzco podían comprarse las entradas para llegar hasta Huayna Picchu, que era lo único que estaba limitado.
En Argentina había conocido a un grupo de personas que rápidamente se convirtieron en grandes amigos. En la zona de Humahuaca, concretamente en Purmamarca, comenzamos a hablar de casualidad, y, tras compartir unos días por aquel fascinante entorno, decidimos volver a reunirnos más tarde. Ellos continuaban hacia La Paz por el paso de Villazón y yo sin embargo me desviaba por el Paso de Jama para llegar al Desierto de Atacama, desde donde ya entraría en Bolivia. Nos reunimos en la Isla del Sol, y fue desde Copacabana desde donde algunos de nosotros tomamos el bus que nos llevaría a Cuzco.

Esto es así, muy resumido, y aprovecho para dedicarles estas líneas: Maca, Fran, Julia, Martín y Luna. ¡Un abrazo compañerxs! Con Fran y con Luna fue con quienes me embarqué hacia Perú.
Llegamos a Cuzco, desde donde nos advertían que, debido al mal tiempo, no era aconsejable ir a la Hidroeléctrica en los jeeps-taxis colectivos, por el peligro de desprendimientos. Nos decían que la opción más adecuada era la de ir en tren a Aguas Calientes, pero descartamos la opción debido a su elevado precio, que no entraba en nuestro presupuesto mochilero.
Seguimos los pasos indicados para llegar por libre: fuimos a por el bus, llegamos a Santa María, de ahí a Santa teresa y rápidamente nos subimos a un jeep con otros dos viajeros y el conductor. Se escribe pronto, pero hay que tomárselo con calma.
He de decir que el camino a la Hidroeléctrica me impresionó mucho (pasé miedo), ya que el camino discurre por una ladera con un gran desnivel sobre el río Urubamba, y el conductor no iba precisamente despacio. Como estaba lloviendo, caían algunas piedras al camino, incluido algún pedrusco que tuvimos que empujar ladera abajo saliendo del jeep. Cuando finalmente llegamos a la Hidroeléctrica aseguré que volvería en tren a Cuzco (opción que luego volví a descartar, a quién vamos a engañar, prefiero comer).
Desde la hidroeléctrica, comenzamos a caminar hasta Aguas Calientes, al lado de la vía del tren y del caudaloso río Urubamba. Me sorprendió la cantidad de gente que también recorría este camino, incluso apostaría que más que los que llegan en tren, aunque este dato es completamente subjetivo.
Como comentaba antes, el camino es especialmente hermoso, mecido por el río y por los sonidos de la selva.
Una vez en Aguas Calientes, ya por la tarde-noche, fuimos a bañarnos a las aguas termales, lo cual recomiendo encarecidamente desde este blog. Tuvimos incluso la «suerte» de que hubiera un apagón, y desde las piscinas de agua caliente se podía ver la silueta de los árboles recortada por la luz de la luna.
Al día siguente, subimos caminando a primera hora hasta Machu Picchu, subimos a Huayna Picchu y dedicamos todo el día a explorar la ciudadela (sí, se podía, fue antes del cambio de normativa…) Bajamos a última hora, ya para cenar, y al día siguiente recorrimos el camino de vuelta.
Una vez en la hidroeléctrica, al del jeep le dijimos que iríamos con él sólo si conducía despacio, y así lo hizo. El camino así daba bastante menos miedo, así que no dejéis de tenerlo en cuenta. No llovía, y no tuvimos que apartar ningún pedrusco.
Para terminar…
Así, en global, creo que, aunque todo se haya vuelto más estricto en Machu Picchu y su acceso, este rincón del planeta no merece ser obviado. Hay que ir, verlo, explorarlo, de un modo u otro. Es una joya del Patrimonio global, no sólo por lo que representa sino también por dónde está, en la selva, en la montaña. A uno le cambia la cara cuando llega y lo ve con sus propios ojos; da igual cuantas fotos haya visto antes: estar aquí en persona impone, corta la respiración, emociona. Hay que emocionarse, y este es el lugar indicado; es uno de esos lugares del mundo que hay que ver y tocar.
Entonces qué… ¿ya tienes hecha tu mochila?
2 respuestas a «Cómo llegar a Machu Picchu. Todo lo que hay que saber.»
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