El título de este artículo es un tanto tremendista, lo admito. De hecho, iba a ser peor. Nos encanta viajar; pensamos en ello a todas horas, y creemos que es una de las mejores cosas que se pueden hacer con el tiempo. Pero hay algo que lleva tiempo rondando mi cabeza. ¿No os ha pasado que veis en redes sociales eso de «me llamo Tal, y he estado en 41 países y sumando», así, en plan carta de presentación? El caso es que algunas personas ven el mundo como una checklist. Para ellas, los países son ítems a tachar. Hubo un tiempo (muy breve, por suerte) en que yo caí en esa trampa, y por eso sé de qué va. Lo que está claro es que, si lo vemos así, la verdadera esencia de un viaje desaparece por completo. Yep.
Consumismo.
Esa es la palabra. El consumismo marca el ritmo de vida de nuestras sociedades. Poseer. Queremos poseer, acumular; ropa, joyas, coches, casas… y ahora países. Como si se tratara de una colección o una especie de reto marcado por una extraña moda.
Personas que aspiran a «conocer todos los países del mundo», a batir el récord de la persona más joven en «conocerlos» todos, etc. ¿Conocer o consumir? Aquí está la diferencia. Antes de nada, quiero aclarar que lo expresado aquí se trata de una opinión y reflexión personal basada en mi propia experiencia y observación. No quiero juzgar a nadie ni me refiero a ninguna persona en particular.
El caso es que yo conozco unos cuantos países, y por otra parte he estado en otros que no he tenido oportunidad de conocer.
Por ejemplo, hace algún tiempo fui a Sibiu, Rumanía, cuatro meses. Estuve haciendo prácticas en un par de colegios, aprendí el idioma y conocí gente maravillosa. Viajé a varias ciudades y pueblos, a la nieve, me perdí en el monte… Puedo sentirme afortunado de haber conocido un país magnífico, en un tiempo además en que las garras de la globalización no lo habían arañado demasiado.
En otra ocasión estuve en Viena. Estuve tan sólo unos días, y hacía muy mal tiempo. Fui a la ópera, eso estuvo bien. Pero no puedo decir que conozco Austria, ni tan siquiera Viena. No quiere decir que tenga que quedarme cuatro meses a trabajar, pero sí me habría gustado profundizar un poco más en el conocimiento de la ciudad, de la zona o del país.
En realidad, conocer un país realmente no es una tarea fácil. Por ejemplo, España. ¿Puede una persona que venga una semana a una ciudad como Madrid (que me encanta, btw) decir que conoce España? Que diga lo que quiera, pero no conoce España, conoce algo de Madrid. ¿Tachará a España de su lista? ¿No volverá nunca más? ¿Lo incluirá en su frase «He estado en x países y contando?»
En todo caso, si la persona viene a España porque coincide, bien. Porque le apetece, ok. Pero es que hay gente que dice «venga, voy a ir a Madrid porque nunca he estado en España. Voy un par de días, luego a París rápidamente, cuelgo unas fotos y tacho dos países de la lista. Que hay unos vuelos baratos coj*****s en Europa (que los hay).»
Todo esto viene porque he leído algún artículo últimamente sobre gente que ha estado en todos los países del mundo. Gente con menos de 30 años. En las fotos se les ve contentos, en lugares icónicos, o con gente pintoresca. Pero… ¿Por qué? ¿Cuál es el punto? ¿Completar la lista? Además, hay gente que les pregunta… ¿Y ahora qué vas a hacer? ¿Se acabó? ¿Vas a ir a Marte?
El 1 de julio Thamara y yo nos vamos a Perú. Ya tenemos los billetes. Hay quien me pregunta… «¿A Perú? ¿Por qué? Si ahí ya has ido…» Toma ya. De hecho, una de las cosas que vamos a hacer es caminar desde la hidroeléctrica a Aguas Calientes para subir a Machu Picchu. Sí. Ya lo hice una vez y lo cuento aquí . Pero… ¿Acaso me voy a aburrir haciéndolo otra vez? No creo, docs. Insisto en lo de que me encanta viajar, y viajo todo lo que puedo. ¿Por qué me voy a aburrir?
Hay países en los que no he estado nunca, y no por eso le digo a Thamara «No, en lugar de ir a Perú vamos a (insertar país aquí mentalmente). No me llama la atención en absoluto, pero nunca he estado, y he encontrado un bar que se llama igual que tu madre al revés».
This is the point. Viajar, disfrutar, vivir (y repetir). Viajar mucho, para conocer, descubrir, aprender y ser felices. No por sumar ni por acumular.
Cuando la ansiedad y el consumismo se apoderan de una persona, está perdida. Da igual si hablamos de teléfonos móviles, coches o viajes. No se debe viajar por moda ni por apuntarnos tantos. Se debe viajar por placer, y con mucha tranquilidad. Si llueve, es mejor entrar a una cafetería y disfrutar de una conversación agradable, y no correr por las calles de una ciudad para hacer fotos empañadas de todos los monumentos que hay en la lista de «what to do in…».
Que esa es otra, las hordas de gente armadas con sus móviles y un mapa corriendo de un lado para otro sin parar a respirar. ¿Será porque van a ciudades a las que no van a volver jamás? ¿Están batiendo récords? ¿Una carrera de orientación tal vez? Pues que gane el mejor.
Respira, que estás en la Tierra.
**Besines**
Volver al inicio y explorar las secciones