Este es uno de los enclaves que más nos han impresionado de la isla de Flores. Tal vez por la calidez de la familia con que nos alojamos, o por lo impresionante y salvaje de su entorno. Sigue leyendo y descubre qué puedes ver en Ruteng.
¿Cómo llegamos a Ruteng?
Desde Labuan Bajo, como comentamos aquí, se puede llegar en el autobús de Gunung Mas Travel o en shared car. También se puede ir en un taxi privado, pero es una opción muy cara y por tanto nada recomendable. También se puede alquilar en LB una moto para varios días. Nosotros habíamos acordado un trayecto en shared car puerta a puerta. Como nos encontrábamos en Waecicu Beach, fueron a buscarnos allí.
Nuestro trayecto a Ruteng comenzó de forma peculiar. Nos parecía buena idea que nos fueran a buscar allí abajo y nos llevaran directamente a nuestra homestay en Ruteng.
Cuando llegó nuestro conductor, nos sorprendió el hecho de que retrocediéramos a Labuan Bajo, pero más aún el barrio ultra-periférico al que nos llevó. Un sitio chungo de esos en los que en las películas te sacan órganos. Resulta que allí estaba la «terminal» de la empresa en cuestión. La gente que pasaba giraba la cabeza para mirarnos. A pesar de ser Labuan Bajo, por allí no pasaban viajeros/as.
Mientras sujetaban nuestras mochilas en el techo, los otros taxistas se arremolinaban alrededor del coche. «Bulé-Bulé» «Where are you from?» Esto ya era señal de que íbamos a salir por fin de la zona de confort turística, pero a decir verdad en aquel preciso momento sentíamos bastante incomodidad.
Sentimos un sincero alivio cuando se subieron un par de pasajeros más y el coche arrancó por fin.
Tardamos 3 horas y media en llegar a Ruteng, en un viaje lento en el que hicimos bastantes paradas, cubriendo por fin nuestro primer trayecto por la Transflores.
Aquí ya el paisaje va cambiando. Es todo mucho más verde y frondoso. Y la atmósfera tranquila y apacible que se respira hace que el trayecto haya merecido la pena.
Karleta Homestay
Llegamos al atardecer a Karleta Homestay. Es una casita situada en la parte alta de la ciudad, en un barrio muy tranquilo y silencioso. El recibimiento no pudo ser mejor. Hironimus, el dueño, con su mujer, Magdalena, y sus tres hijas, nos esperaban para darnos la bienvenida con una taza de té y explicarnos cómo funciona todo por allí.
Esta es la verdadera esencia de una homestay. Una vivienda familiar, muy sencilla, que cuenta con una o más habitaciones en alquiler. La idea es compartir con la familia momentos como las cenas u otras actividades cotidianas. Gente fantástica y muy abierta. Le preguntamos a Hironimus para alquilar una moto y nos alquiló la suya propia.
Yo ya me quería quedar a vivir. Lo recomendamos encarecidamente. Está en plataformas online. Su precio incluye la cena y el desayuno.
La Cueva del Hobbit – Liang Bua – Cueva del Homo Floresiensis
Si tengo que elegir qué ver en Ruteng, me quedo con este lugar.
Llegar a este enclave en moto supuso una buena toma de contacto con las carreteras pedregosas de esta isla. No son carreteras con alguna piedra, sino más bien piedras enormes que brotan del suelo en el mismo sitio por el que va la carretera. Pero a todo se acostumbra uno. Eso sí, mucha concentración en la moto. Dentro de unos días tendremos un susto, os lo contaremos aquí.
La entrada de la cueva es inmensa. La gran bóveda a la que se llega sorprende por las inmensas formaciones exokársticas que cuelgan del techo. Una vez allí, se puede recorrer brevemente esta parte, porque para continuar hay que poner cuerda. Esto obviamente me habría encantado.
Al lado de la cueva, hay un centro de interpretación del Homo Floresiensis, con una reconstrucción ósea y mucha información acerca de este pequeño homínido descubierto en 2003, que se extinguió -según recientes investigaciones- hace 50.000 años, más de lo que se pensaba en un principio. Muy interesante y recomendable.
Spider web rice fields
Estos peculiares campos de arroz con forma de tela de araña, típicos de esta isla, se pueden observar subiendo por un sendero desde Cancar, a 17 km de Ruteng.
Antes de empezar a caminar hay un puesto de recepción de visitantes. Hay que pagar 30.000 rupias. Ojo, el punto de acceso se ve fatal desde la carretera. Nosotros nos perdimos y acabamos dentro de los arrozales, esquivando búfalos. Y no, desde dentro no se aprecia su forma. Pero conseguimos subir al fin.
Tienen esta forma peculiar como resultado de la división y subdivisión de las «porciones» del arrozal entre las familias.
Todo Village.
Este fue el primer pueblo tradicional que visitamos. Aquí aprendimos cómo funcionan las cosas en estos pueblos. La casa central, la del Patriarca, es en la primera que hay que entrar para mostrar respeto y «pedir permiso» para ver el pueblo.
Las viviendas, de techumbres elevadas, están construidas a base de bambú y otras maderas, y se mantienen secas gracias a que en la parte central se disponen los fuegos que sirven para cocinar y atemperar la estancia. El calor y el humo «curan» posibles humedades y cauterizan fisuras.
El resto del poblado se distribuye alrededor de esta vivienda. Las casas están abiertas de par en par, y se ve a la gente trabajar en oficios tradicionales, como la artesanía textil.
Kopi Mane y el centro de Ruteng
A Ruteng llegan menos viajeros/as que a LB, pero llegan. Afortunadamente, ya no está toxificado por el turismo, porque aquí ya se viene con otra mentalidad.
Kopi Mane es un punto de encuentro de mochileros/as. Es una cafetería tradicional en medio de la ciudad, donde conviene sentarse a probar un delicioso café.
No hay mucho que ver en el centro de Ruteng. En realidad es pequeño, ruidoso y caótico. Coincidió que al alumnado de la escuela de turismo les habían mandado hacer un trabajo sobre turistas que anduviesen por la ciudad. Debían hacerles entrevistas. No debíamos ser muchos, porque corrían hacia nosotros desde todos los ángulos. Pero bueno, fue divertido.
Otros enclaves
Hay otros lugares interesante que se pueden ver en Ruteng:
–Monasterios católicos. Impresionantes por su localización, casi metidos en la montaña.
–Ruteng Puu. Otro poblado tradicional, más pequeño que el anterior. Está al lado de Ruteng, por lo que se puede llegar caminando. Esta opción es buena si no se tiene moto.
Y nos fuimos…
… no sin pena. Desde Karleta Homestay, fuimos en el bus de Gunung Mas Travel (aquí sí que vinieron a buscarnos a la puerta), hasta Bajawa. En Bajawa veremos cosas geniales y nos pasará un poco de todo. Sigue leyendo aquí.
En fin, como puedes ver, una vez que sales de Labuan Bajo las cosas se van volviendo más auténticas. A medida que avanzamos por la Transflores, nos invade la sensación de estar cada vez más lejos, pero más en contacto con la isla, la selva y sus gentes. Ruteng es una parada imprescindible en la ruta, así que no dejéis de ir. Y no, no ir y volver rápido de Labuan Bajo, eso no lo hagáis. En serio, eso sólo os provocará un mareo que os durará 2 días. Venid y pasad un par de días, tres… Hay que viajar despacio para disfrutar más. Hay mucho que ver en Ruteng, y también en el resto de la isla de Flores.